viernes, 9 de mayo de 2014

crítica a La hija del adelantado

Por: Gabriel Herrera D
La trascendencia que un autor pueda tener influye de manera significativa en la literatura
de la sociedad en que se desenvuelva; si bien las obras del autor son resultado de las experiencias que ha tenido dentro de un contexto social específico, podemos considerarlas como retroalimentación que el autor brinda, por tanto, las obras, novelas, poemas, etc, son siempre un reflejo del contexto histórico, social y cultural en el cual fueron escritas. Resulta interesante entonces analizar que subyace a la conocida obra de José Milla y Vidaurre La hija del adelantado, que aunque fue escrita apenas 50 después de la independencia guatemalteca, lleva aún de manera latente el sello del periodo colonial y romántico del cual habla. Dentro de la trama se presentan elementos clásicos del romanticismo de la época, sin embargo, no es la historia en sí lo que importa, si no lo que ella nos dice acerca de la literatura guatemalteca de la época; pareciera ser que el endiosamiento que se tiene por Pedro de Alvarado y todo su séquito de rémoras españolas, a pesar de las atrocidades realizadas de la conquista, resulta tan incongruente en 1866 como hoy en día y es evidente como el pensamiento de que todo lo viene del viejo mundo es la panacea y debe ser adoptado sin la mínima consideración está tan enraizado en la sociedad guatemalteca tan carente de identidad cultural; si estos sin los exponentes literarios a los que aspiramos, Guatemala seguirá siendo un país en donde la inclusión social

es tema para comunistas y guerrilleros, mientras la gente bien puede 

discutir los resultados de  su quiniela de fútbol para el mundial de brasil 2014. 

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